Vive en Long Island y se sumergió al océano helado durante 600 días seguidos para curar su dolor

Mindi Dovberg, residente de Long Beach, Nueva York, transformó una práctica inusual en su misión personal diaria: nadar en el gélido océano Atlántico, sin falta, durante 600 días consecutivos. A sus 51 años, la exnadadora universitaria no solo se sumerge en aguas frías por un desafío físico, sino que también lo hace en busca de claridad mental y bienestar emocional. “Te reinicia el día. Por eso lo hago por la mañana”, comentó Dovberg, cuya disciplina comenzó en marzo de 2023, un año después de la muerte de su padre.

La sanación a través del agua fría

El ritual diario de inmersión en aguas que, muchas veces, no superan los 40 grados Fahrenheit (4 grados Celsius) fue una forma de sanación para ella. Aunque el frío extremo de las aguas podría parecer un desafío insoportable para muchos, Dovberg asegura que su práctica tiene efectos transformadores tanto para su cuerpo como para su mente. “Una vez que lo hago, sé que puedo conquistar cualquier cosa”, agregó.

Según The New York Post, la historia de Dovberg es un testimonio de resistencia y fuerza interior. En 2001, un accidente automovilístico le dejó secuelas graves, como varias cirugías de rodillas y espalda. Además, la mujer padece distrofia simpática refleja, un trastorno del dolor crónico que afecta su calidad de vida. Sin embargo, asegura que las aguas frías fueron una terapia inesperada que le permite aliviar los dolores. “Salgo del agua, tengo las piernas entumecidas y no siento el dolor que sentía antes”, explicó.

En 2001, un accidente automovilístico le dejó secuelas graves, como varias cirugías de rodillas y espalda (Imagen del Instagram de Mindi Dovberg)

Una comunidad que se une en el desafío

Su actitud positiva y resiliente también influyó en quienes la rodean. Su vecino, el quiropráctico Joshua Siegel, fue uno de los primeros en unirse a su ritual. Tras un trasplante de riñón, encontró en las frías aguas una fuente de bienestar similar a la de Dovberg, quien, con su ejemplo, lo inspiró a saltar al océano.

En octubre de 2023, Dovberg dio un paso más allá y fundó Sunday Splashers, un grupo destinado a reunir a personas interesadas en compartir esta práctica de inmersión en frío. La comunidad, que se encuentra cada domingo en la playa de Long Beach, no solo se dedica a nadar, sino que también se convirtió en un espacio de apoyo emocional. “Mucha gente tiene que despertarse sola los domingos. Preferiría que estuvieran aquí, aunque solo trajeran café caliente y no se metieran al agua”, explicó Dovberg, que celebra con su grupo hitos como el día 600 de su desafío personal.

En octubre de 2023, Dovberg dio un paso más allá y fundó Sunday Splashers, un grupo destinado a reunir a personas interesadas en compartir esta práctica de inmersión en frío (Imagen del Instagram de Mindi Dovberg)

Lo más notable de su experiencia es la forma en que convirtió lo que parecía una locura en un acto de perseverancia y sanación. Vecinos y transeúntes, inicialmente escépticos, se unieron a ella. “La vi por primera vez cuando iba a hacerlo y pensé: ‘Está loca’”, comentó Patsy R., residente local. Sin embargo, tras unirse a los Sunday Splashers, ahora se considera una amiga cercana de Dovberg. “Me gusta su actitud, es optimista y una parte maravillosa de la comunidad”, agregó.

Está claro que, para Dovberg, no se trata solo de nadar en aguas frías, sino de una filosofía de vida: enfrentar los miedos, aceptar la incomodidad y, sobre todo, encontrar una manera de sanar en medio del caos. “Nunca será fácil”, reconoció, pero la convicción de que su ritual diario la fortalece sigue siendo su motor. Y, aunque las temperaturas heladas del invierno aún no llegaron, ya anticipa el desafío que el frío extremo traerá consigo: “El invierno pasado, salí del agua e hice un par de ángeles de nieve con mi traje de baño mojado”, dijo entre risas.