Matilda Blanco: su deseo de ser mamá, las dos veces que plantó a un novio antes de la boda y las diez mascotas con las que convive

En estos días, Matilda Blanco anda a las corridas. “Llega esta fecha y todo el mundo quiere las cosas ahora. Claro, se acaba el año”, cuenta. Tiene muchas ocupaciones, pero una que le lleva gran parte de la energía es la masterclass Asesórame, que dará el 2 de noviembre en el Hotel Emperador. Es una de las angelitas de LAM, por América; participa de dos programas del streaming Bondi, da charlas por todo el país y también online, tiene una escuela de modelos y se ocupa de diez mascotas con las que convive en una casa de Villa Pueyrredón.

En una charla con LA NACION, Matilda Blanco recorre su historia, cuenta que se llama Gabriela pero se cambió el nombre en homenaje a su padre, quien estuvo desaparecido durante casi un año durante la dictadura militar. Además, confiesa que le hubiera gustado ser mamá y que hizo siete tratamientos de fertilización pero ya no es una cuenta pendiente. Habla de sus amores y dice que estuvo a punto de casarse dos veces y se arrepintió.

-No parás…

-No (risas). Tengo una comunidad hermosa desde hace muchos años, y empecé a dar clases online mucho antes de la pandemia, cuando el zoom todavía no era popular. Estudiaron mucho conmigo y decidí hacer esta masterclass presencial, el 2 de noviembre en el Hotel Emperador. Serán 7 horas de entrenamiento y de capacitación para asesoría de imagen con una introducción a la producción de moda. Y se empezaron a sumar personas que tienen emprendimientos de moda, de maquillaje, de peinado, algunos influencers. Hay fotógrafos, decoradores, amantes de la moda, estudiantes de diseño. Hay gente de todas las edades y vienen de todo el país, de Chile, de Uruguay. Tiene mucho tiempo de organización. Y soy re exigente. Va a estar Adrián Brown, además. Pasan cosas que están relacionadas con la moda, la práctica y el entendimiento.

-La imagen es un tema que interesa a todos…

-Exacto. Mucho de lo que hago tiene que ver con descubrir tu propia personalidad, tu propio estilo que va evolucionando a lo largo de la vida. Estudié coaching y lo aplico a la enseñanza. Después de haber sido editora y productora de moda, estilista y hacerme famosa como crítica de moda, descubrí que me gusta mucho la docencia. Me hace sentir más plena.

-Y combinás todo eso con la tele y el streaming…

-Estoy en Bondi dos días a la semana, con Ángel de Brito y con Nazarena Vélez. Y estoy en LAM y me encanta porque siempre quise trabajar con Ángel.

-Cuando hacías producción de moda, ¿te imaginaste que alguna vez ibas a estar en la tele?

-No, la verdad que no lo pensé. Me gustaba la tele, pero más la actuación. Yo estudié teatro con muchísimos maestros. Y soy egresada de la Escuela de Danzas del Teatro Argentino de La Plata, aunque no lo pude demostrar en el Bailando por un sueño (risas). Siempre fui como muy curiosa y creo que tenía planeado ser traductora de francés, pero la vida se encaminó por este lado, quizás por mi abuelo, que era sastre o por mi mamá, que coleccionaba revistas Vogue. Lo mamé de ahí.

-Muchos le tienen miedo a tus críticas.

-A veces me dicen: “¡Ay! Pero en realidad sos divina, sos un amor». Claro, la crítica es para la tele. Es parte del show y tampoco lo hago en todos los programas.

-Tu primera aparición en la tele fue en Súper M, ¿cómo se dio?

-Fue hace 23 años, en 2002. Fue lindísimo encontrarme con un montón de chicas que tenían que aprender a caminar y terminé siendo una villana sensible, porque cuando las chicas tenían un problema me lo contaban a mí. Fue re lindo hacer las dos temporadas con un rating buenísimo. No podía ni pasar por la puerta de un colegio porque era una locura. Fui entrenadora de modelos mucho tiempo y no se me hizo difícil porque uní mi experiencia con mi estudio de danzas. Me convocaron de un montón de agencias y de escuelas de modelos para que enseñara.

Para Matilda Blanco,

-Hasta que abriste tu propia escuela de modelos.

-Es verdad, funciona en el Hotel Konke y es una responsabilidad muy grande porque las chicas empiezan a los 13 o 14 años, con muchas ilusiones. De todas maneras, no todo el mundo quiere ser modelo. En la escuela tenemos actrices, cantantes, chicas que están estudiando medicina, derecho. La moda cambió y ya no es tan estricta, ni las modelos tienen que ser altas. Hay diferentes cuerpos. Cuerpos reales. Y eso es buenísimo porque se deja la frustración de lado.

-¿Qué no tiene que faltar en un guardarropas?

-Los básicos del guardarropas que seguramente todas tienen en su casa y no lo saben: una buena camisa blanca, un blazer negro, un jean que no sea ajustado ni muy grande. Un vestido negro que podés usar de día con una zapatilla y con taco a la noche. Los básicos se van ampliando y ya incluyen un par de zapatillas, una chaqueta verde militar.

-¿Cuánto tiempo estás frente al espejo cada vez que tenés que salir?

-No mucho (risas). Pero no está mal mirarse al espejo y aprender a reconocerse, a descubrir buenas poses, lindos gestos para fotos. Siempre les digo que la simpleza es la mejor compañera. No estar demasiado maquilladas. Ni demasiado armadas. Ni tampoco apuradas y hacerlo mal. Y volviendo a la tele, muchos años después de Súper M estuve en Este es el show y fue divertido darle un formato a la crítica de moda. Y estuve con Corte y confección, en el Bailando por un sueño, en El hotel de los famosos.

-Imagino que no todo es trabajo, ¿tenés otros intereses?

-Los animales. Colaboro mucho con organizaciones y refugios. Y he sido rescatista. Llegué a tener 20 animales en mi casa, en tránsito. Hoy tengo 10: tres perros y siete gatos. Ellos ya se quedaron (risas). Me levanto re temprano, les doy de comer y sale a pasear un solo perro porque fue maltratado. Hay que sacarlo para que baje la ansiedad. Tienen un jardín, viven todos juntos, no se pelean. Cada uno tiene su lugarcito. Está todo organizado. Siempre me gustaron los animales. Viene un poco de mis padres.

-¿También sos vegetariana por respeto a los animales?

-Fui vegana, pero me costó mucho. Ahora hay más variedad, pero hace años no. Estudié danzas clásicas de Rusia y nos daban de comer guisos de lenguas y cosas asquerosas. Cuando volví, mi papá me esperaba con un asado y le dije que no quería comer carne. Después me arrepentí y volví a comer carne durante un tiempo; en realidad solo pescado. Me hice vegana, pero tenía problemas de salud porque tengo anemia mediterránea. Con el tiempo me fui adaptando y hace doce años que no como carne y soy vegetariana.

-No te llamás Matilda, ¿por qué elegiste ese nombre?

-Me llamo Gabriela. Es una historia re linda porque mi papá me cantaba la canción de Harry Belafonte, “Matilda”. “Matilda, you take my mind and run Venezuela» (tararea). Y a mí me encantaba. Entonces un día le dije que me iba a llamar Matilda. Porque tenía cuatro compañeras en el colegio que se llamaban Gabriela y ya tenía ego yo (risas). Cuando la maestra nos llamaba todas nos dábamos vuelta y no me gustaba. Empecé a decirle a mis compañeras que me dijeran Matilda. Mi nombre, de alguna manera, es un homenaje a mi papá.

-Estuvo desaparecido durante casi un año, ¿qué recuerdos tenés?

Mi papá ayudó a salir del país a muchos adolescentes que eran perseguidos por la dictadura en la época de La noche de los lápices. Se llamaba Hugo Antonio y falleció en el 92. Siempre digo que para mí fue un héroe porque ayudó a mucha gente, a muchas mamás para que pudieran tener a sus hijos. Y un día cayó él. Si bien tenía su pensamiento, mi papá no era una persona agresiva ni puso una bomba, y lo digo porque una vez alguien me dijo: “Tu papá era un tirabombas”. Otros dijeron que nos habían pagado un seguro. Y nunca recibimos nada. Lo que recibí es lo mejor que me pudo haber pasado: encontrar a mi papá. Pudimos saber dónde estaba, por conocidos, y cuando dimos con su paradero logramos que saliera.

Matilda Blanco en LAM

-¿Cómo fue ese regreso a casa?

-No hablaba mucho porque, además, mi hermano y yo éramos chicos. Sé que estuvo en varios lugares, hasta en una cárcel común. Y recuerdo que dijo que para él eso no fue tan malo porque le hizo bien tener una actividad. Entonces le preguntamos qué hacía y respondió que enseñó inglés, a leer, a escribir. Pidió un teclado porque tocaba muy bien el piano y enseñó música. Lo grave fue que en toda esa época fumó muchísimo y murió de enfisema pulmonar. Fue raro, pero fue fabuloso volver a tener a mi papá.

-Hablemos de amor…

-Ahora estoy sola. Hace mucho. Por ahí hay algo ocasional, pero no compromisos.

-¿Tenés apps para conocer a alguien?

-No, pero mis compañeras de LAM me hicieron un perfil que nunca usé. Elijo mi trabajo que me dio más satisfacciones.

-¿Es verdad que estuviste a punto de casarte dos veces y los dejaste casi en el altar?

-Sí. Conviví un montón de veces, pero nunca me casé. Estuve a punto dos veces y a uno lo dejé cuatro días antes de la boda. En ese momento vivía mi papá y le dije que estaba mal, que no sabía qué me pasaba. Y se dio cuenta enseguida de que no quería casarme. Así que no me casé, doné el vestido y devolvimos los regalos. Seis meses después él se casó con otra. Y la segunda vez fue dos años después, pero me di cuenta un mes y medio antes y suspendimos la boda.

-Varias veces intentaste ser mamá. ¿Sentís que es una cuenta pendiente?

-Hoy ya no. Hice siete tratamientos, todos para la misma época. Fueron casi dos años insoportables para mí, porque era bastante frustrante. Y a medida que pasaba el tiempo, se hacía un callo y dolía menos. Hasta que me separé de la persona con la que estaba haciendo esto y decidí no continuar. Me parece que la vida te da mensajes y quizá ser mamá no era para mí. Coaching y terapia mediante lo superé. Me di cuenta que no había lugar para la frustración, sino para poner la energía en el amor. Hoy me siento bien. En una época a la mujer que no era mamá se la juzgaba. Hasta llegué a preguntarme si quería tener un hijo por presión social o porque realmente lo deseaba. Todo eso te da vueltas en la cabeza cuando estás haciendo los tratamientos, porque la pasás mal. Me hubiera gustado ser mamá, pero no me siento frustrada.

-Hace un tiempo tuviste un problema de salud después de una cirugía, ¿cómo estás?

Tenía un rollito en la panza y en vez de hacer dieta y gimnasia fui a ver a una médica que me hizo una dermolipectomía. Y además me hizo una lipo en las piernas que no le pedí. Me dejó un problema linfático crónico. Tuve que hacerme una segunda operación porque no me cerró la pared abdominal y se me hizo una hernia. No le hice juicio porque llamé a (Fernando) Burlando y me dijo que era muy difícil probar la mala praxis y la médica tenía una compañía de seguros muy grosa.

-¿Cómo te llevás con el paso del tiempo?

-Me cuido, no tomo sol y me hice algunos procedimientos en la cara, pero nada invasivo. Esa médica una vez me puso boca y quedé horrible. Fui a otro médico que me la sacó y ahora tengo mi boca normal. Nos han puesto muy inseguras a las mujeres, y no le echemos la culpa a los hombres. Hay que bajar el interés por el like y la mirada del otro.

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