“Los mejores ravioles del mundo”. A 100 km de la ciudad, convoca por sus míticas pastas desde hace cien años
A cien kilómetros del Obelisco, Tomás Jofré es un pueblo de 200 habitantes que se transformó en un polo gastronómico, con una veintena de lugares para ir a comer y pasar el día.
Las pastas del restaurante Silvano son un estandarte a la hora de comer. “Mi abuela siempre hizo los ravioles, y todavía seguimos utilizando su receta”, dice Domingo Eugenio “Minino” Silvano, tercera generación de una familia de inmigrantes italianos que llegó a principios del siglo XX y se instaló en campos mercedinos. A sus 81 años Minino continúa activo en este proyecto familiar que comenzó hace 100 años. Vive con su esposa Tranquilina “Lina” Gómez en la casita de al lado del restaurante, y los fines de semana recibe a los comensales y los ubica en alguna de las mesas del salón o en el jardín bajo los árboles.
“Mi abuelo vino a Argentina en 1905 y comenzó a trabajar con el Doctor Tomás Jofré como encargado de la hacienda”, cuenta. “Allí conoció a mi abuela, Enriqueta Gatti, cocinera. Hasta que en 1924 compra unos terrenos e instala un almacén de ramos generales y casa de comida al paso”.
“En el año 1963, cuando deja de pasar el tren, con mi papá empezamos a ofrecer fiambres y pastas”. Así nació Silvano, un restaurante que no sólo marca un hito en la historia de Tomás Jofré, sino que también reafirma el valor de la tradición culinaria manteniendo vivo el legado de sus fundadores, Domingo Pedro y Enriqueta.
Cuarta generación
Cuatro generaciones de la misma familia vienen administrando el lugar. Quien prepara los ravioles del menú con la receta original de Enriqueta es su bisnieto, Gerardo Domingo Silvano, de 32 años. El joven creció entre ollas y al terminar el colegio secundario estudió profesional gastronómico en el IAG para darle impulso al proyecto familiar y mantenerlo genuino.
“Somos una familia de cocineros. Yo hice de todo, durante muchos años hice la masa de los ravioles, hice fiambres, fui mozo, ahora recibo a la gente porque me gusta estar en contacto con el cliente”, dice Minino. “Mi hermana María del Carmen también amasó ravioles. Y tengo 3 hijos que están trabajando acá en el pueblo de Jofré. Gerardo es quien se encarga de las pastas en Silvano; Maru da clases en Mercedes y está en la cocina de El Mangrullo; y Evangelina en Estancia El Gateado. La gastronomía nos atraviesa”.
La experiencia Silvano
Las calles de tierra rodeadas de árboles se transforman en este pueblo pequeño cada fin de semana con la apertura de los restaurantes. Al final de la calle principal se encuentra Silvano, con su enorme cartel donde yace la fecha de su fundación: 1 de agosto de 1924. La antigüedad del sitio está retratada por un antiguo surtidor de YPF que descansa en la entrada. “El surtidor vino en 1934 y se expendía de 3 mil a 5 mil litros de kerosene por semana”, asegura Minino. Por ese entonces, el lugar funcionaba como almacén de ramos generales. “Había correo postal, vendíamos los diarios y también dábamos de comer a quienes bajaban de la estación o a los que venían a caballo, porque en ese entonces había pocos autos. Nosotros fuimos los primeros gastronómicos del pueblo; luego vino Fronteras en los ‘70 y ahora somos 20″, agrega.
Un día en Silvano comienza a las 10 de la mañana. Gerardo llega a la cocina, prepara la masa y enciende los fuegos para las ollas. Y los números indican que se trabaja fuerte en la cocina: se elaboran artesanalmente aproximadamente 1.800 ravioles por día. “Son raviolones”, apunta Minino “y los armamos uno por uno; sólo tenemos una máquina que es la sobadora para estirar la masa. El resto, lo hacemos de manera manual”.
Hay un menú fijo que incluye una tabla de fiambres y quesos de entrada (jamón crudo, salame quintero, queso y galleta de campo), pastas (tallarines o ravioles), postre y bebida. Las entradas, las pastas y la bebida van con derecho a repetición; el postre, sólo uno.
Los clásicos ravioles son de verdura y carne; pero preparan de ricota y nuez para los vegetarianos. La masa es fina pero firme; los rellenos, sustanciosos y muy sabrosos. Pasta bien al dente, como debe ser. El estofado de pollo es super sabroso, perfecto para limpiar con un pancito cuando se llega al final. La pasta se puede pedir con salsa, o bien con manteca u oliva y queso. Las pastas de Silvano tientan y emocionan. “La gente dice que tenemos los mejores ravioles del mundo, y lo dicen clientes que ha viajado y ha probado en otros lugares; ellos dicen que vuelven por los ravioles de Silvano porque no hay ninguno que los supere”.
De los postres sorprende el flan casero y el dulce de zapallo, que el mismo Minino elabora. “A Silvano vienen por los ravioles, pero también por el flan y el dulce de zapallo; es marca registrada. Mientras estemos nosotros, va a seguir existiendo por muchos años porque la gente vuelve pues tenemos un muy buen producto”.
Dar de comer rico y el buen servicio son las claves del éxito. “Lo decía mi abuelo, lo decía mi papá.. esto es una casa de familia que damos de comer”, enfatiza Minino y remata: “Nosotros somos responsables de que la gente se sienta bien, que la comida sea rica y que atendamos bien…queremos que vengan a Silvano y vuelvan”.
Datos útiles
Silvano se ubica en Tomás Jofre. Abre los fines de semana y feriados. Conviene reservar mesa previamente, porque se llena. Whatsapp +54 9 2324 45 3130. En Instagram: @silvano_tomasjofre