El crimen de dos hinchas de River: la emboscada que derrumbó a El Abuelo, emblemático líder de la Barra Brava de Boca
Sábado 30 de abril de 1994. En un día infrecuente, justificado por la celebración del Día del Trabajador del día siguiente, Boca recibe a River en la Bombonera. Con una exhibición de Ariel Ortega y la voracidad goleadora de Hernán Crespo, el Millo derrota al Xeneize por 2 a 0. Es la primera alegría de los de Núñez en suelo visitante en ocho años. Pero lo que sucede después, en la desconcentración del público visitante, cobra una trascendencia mayor que el partido en sí.
Alrededor de 60 hinchas de Boca deciden salir antes del estadio., Se reúnen en una zona cercana a las vías y planifican la emboscada. Según la investigación posterior, es ahí donde extraen armas de unos bolsos que habían escondido previamente.
Los barras se esconden detrás de una pared de una cancha de paddle y allí aguardan a los hinchas de River, que salen del estadio felices por el triunfo de su equipo. Caminan por la avenida Huergo y allí un grupo sube a un camión blanco, tipo mosca, donde siguen cantando y saltando por el 2-0. Entonces, los violentos les disparan. Cinco, diez, quince balazos.
A 25 años del asesinato que condenó a la Barra Brava de Boca – Fuente: ATC
El primero que muere es Walter Vallejos (19 años), que en el medio del caos que se genera por la balacera se cae del camión. No pierde la vida por la caída al asfalto ni por una bala: es aplastado por las ruedas en Huergo y Brasil.
El camión aminora la marcha. Los barras de Boca completan la emboscada: rodean al vehículo y disparan otra vez, 20 tiros en total. Uno de esos balazos mata a Ángel Delgado (25). Otros alcanzan a tres hinchas que quedan gravemente heridos.
En Huergo y San Juan, unos 200 metros más adelante del ataque más contundente, los fanáticos de River se bajan. Dejan en el asfalto el cuerpo sin vida de Delgado y comienza una gresca. La policía no logró detener a nadie. Todo concluye. Es el cierre de una jornada más de luto para el fútbol argentino.
El comienzo del fin para El Abuelo
Tras el asesinato de los dos hinchas de River, nada fue igual para José Barrita, que perdió el liderazgo de La 12, en 1997 fue condenado a 13 años de prisión (asociación ilícita y extorsión) y murió en 2001, a los 48 años, luego estar dos meses internado en el sanatorio San Juan de Dios de Ramos Mejía, por una neumonía que contrajo durante su estadía tras las rejas.
El crimen marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia en el fútbol. Por los dos asesinatos, el Tribunal Oral Nº 17, compuesto por tres juezas, llevó a juicio casi de inmediato al líder de la barra brava de Boca, José Barrita, conocido como El Abuelo, y a siete de sus lugartenientes: Jorge Freddy Cáceres Romero (alias Bolita), Juan Daniel Silva (Dany); Jorge Darío Almirón (Gomina), Edgardo Allende (Chino o Alex), Marcelo Fabián Aravena (Marcelo de Lomas o El Manco), Mario Bellusci Martínez (Uruguayo) y Miguel Santoro (Manzanita).
El 16 de mayo de 1997, Villagarcía, Santoro, Aravena, Cáceres Romero y Almirón fueron condenados por homicidio reiterado, tentativa de homicidio y asociación ilícita a 20 años de prisión. Silva fue condenado a 15 años de prisión por homicidio reiterado y tentativa de homicidio. Bellusci Martínez y Allende, en cambio, recibieron una pena de cinco años sólo por asociación ilícita, y salieron ese mismo día, porque acumulaban tres años detenidos.
El Tribunal sobreseyó de esas acusaciones al Abuelo, porque llegó a la conclusión de que él no estaba en el lugar de los hechos, y tampoco encontró forma de probar su participación como autor intelectual de la emboscada. “Cuando terminé de hablar, volví la cabeza y habían desaparecido como si fuesen palomas”, dijo José Barrita en su descargo, cuando se desligó del crimen. Se refería a una charla que les dio a los otros barras, donde abortaba el ataque, aduciendo que había demasiada policía como para llevarlo a cabo esa tarde.
Sin embargo, el emblemático líder de la barra brava de Boca fue condenado a 13 años de prisión, acusado de estar al frente de una asociación ilícita, La Doce, y por extorsión. Ocurre que en 1989, luego de varias amenazas y ataques, entre ellas un piedrazo contra la hija de Carlos Heller (entonces vice de Boca), el Abuelo mantuvo una reunión con Antonio Alegre, el presidente xeneize, a quien le exigió entradas para la barra a cambio de terminar con la violencia. Don Antonio se vio arrinconado y terminó aceptando el acuerdo: 300 populares de local y 400 cuando Boca jugara de visitante. Finalmente, la Cámara de Casación redujo esa condena a nueve años.
Tras el juicio a los autores el crimen, los familiares de Delgado y Vallejos demandaron por daños y perjuicios al Club Atlético Boca Juniors y a siete barras por 600 mil pesos, considerando que la entidad de la Ribera era responsable de la seguridad de los hinchas que habían asistido a ese superclásico. Sin embargo, el juzgado civil N° 72 falló a favor del club (algo que luego ratificó la Corte Suprema), considerando que los hechos trágicos se habían dado “en las inmediaciones” (unas 25 cuadras) de la Bombonera.