Desafíos y oportunidades para la agricultura argentina, mirando con “faros largos”

En la actualidad, entre los comentarios de los traders en Chicago uno de los temas más discutidos es la demanda. En las últimas semanas se observó un notable repunte en la actividad por parte de los consumidores, una situación que claramente comienza a “despertarse” luego del fuerte retroceso que experimentaron las cotizaciones. Porque, como es sabido, a medida que los precios bajan, la demanda tendería a aumentar.

Sin embargo, si ampliamos nuestra perspectiva y dirigimos la mirada hacia el futuro con un horizonte más amplio, nos encontraremos con un panorama aún más prometedor en términos de demanda y de consumo.

Según el último informe Baseline Projections del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por su sigla en inglés) se anticipa un aumento significativo en el consumo mundial de los principales cultivos agrícolas a lo largo de los próximos diez años.

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Estas proyecciones reflejan el impacto creciente de la demanda global impulsada, entre otros, por factores como el crecimiento poblacional, el aumento del poder adquisitivo en mercados emergentes y la expansión del uso de estos cultivos, tanto para alimentación como para biocombustibles y para productos industriales. En este sentido, se escribieron innumerable cantidad de hojas respecto del crecimiento actual de la población a escala global. Y si bien es cierto que hay una menor tasa de incremento con relación a la natalidad, el guarismo en términos absolutos sigue siendo positivo.

En cuanto a los cereales, uno de los cultivos más relevantes es el trigo. El USDA proyecta un incremento del 8% en el consumo mundial del grano fino. Este aumento en la demanda llevaría a un salto desde los 798 millones de toneladas actuales a los 859 millones de toneladas para el ciclo 2033/2034.

Por su parte, el informe también prevé un notable crecimiento en el consumo de maíz, otro de los cereales esenciales en el sistema agrícola global. El USDA proyecta un incremento del 17% en su consumo mundial, pasando de los 1206 millones de toneladas actuales a unos 1407 millones para el ciclo 2033/2034. Cabe recordar que el forrajero también juega un rol importante en la producción de biocombustibles.

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Finalmente, pero no por ello menos importante, está la evolución del consumo de la soja. El USDA proyecta para el caso de la oleaginosa el mayor crecimiento entre los tres cultivos analizados en su informe. El consumo mundial de este producto experimentaría un aumento del 27%, al pasar de los 383 millones de toneladas actuales a los 486 millones en la campaña 2033/2034. Siendo el poroto un actor casi excluyente en el comercio mundial de aceites y de harinas vegetales, como así en los biocombustibles.

Va de suyo que el desafío que se presenta para el sector productivo resulta ciclópeo. Si realmente se materializaran estas proyecciones del USDA, que de momento no dejan de ser eso, proyecciones, harán que el debate pase por otro lado. Entonces, el cuidado del medio ambiente y las cuestiones vinculadas con el calentamiento global serán cruciales para poder mantener la sostenibilidad de este sistema.

El autor es socio de Nóvitas SA