Anabel Cherubito y una drástica decisión: se va a España a vivir junto a su familia

Cuando Anabel Cherubito llegó a nuestro país, el que la vio nacer, imaginó que lo hacía para quedarse; y así fue durante 30 años en los que hizo televisión, teatro y cine, se enamoró y se desenamoró. Luego, formó una familia con Luciano Álvarez, con quien tuvo a su hija Simona (8). Pero este año sintió que ya no tenía ganas de vivir en un lugar en el que se “naturalizó la violencia” y pensó que podía aspirar a una vida mejor. Durante una charla matutina, a principios de este 2024, Cherubito y su pareja decidieron irse a vivir a España. O quizá, en realidad, ella está volviendo porque acá se hizo conocida por todos como “la gallega” de Atorrantes, allá por los 90. “Allí voy a hablar tranquila, pero obviamente van a decir que hablo en argentino (risas). Es mi karma. Puedes irte de tu país y dejarlo todo, pero te llevas tu acento, a menos que quieras dejar también tu identidad. Nada me identificó tanto como el cuento sobre Messi y su valija, de Hernán Casciari. Nunca dejé la valija en el fondo del placard ni borré mi identidad española. Y mi acento tiene que ver con mi identidad, aunque se me suavizó un montón, por cierto. Esto es lo que soy yo y parte de mi historia”, se sincera la actriz durante una charla con LA NACIÓN. Se le nota la ilusión de volver a la que fue su tierra hasta sus 21 años, aunque también se percibe la tristeza de dejar atrás a una Argentina en la que había decidido arraigarse.

-¿Qué te impulsó a tomar la decisión de irte a España con tu familia?

-Es muy triste que se naturalice la violencia y perdamos los derechos por los que luchamos tantos años, pero eso no es lo que nos impulsó a tomar la decisión de irnos, sinceramente. Desde que nos conocimos con Luciano, hace ya 11 años, siempre hemos fantaseado con vivir en la naturaleza y además, hace muchos años que llevamos a la práctica cosas que sentimos y queremos para nuestra vida. Luciano es médico chino y yo soy profesora de yoga y estoy muy metida con la salud física y emocional, y la medicina natural. Eso nos atrae y tomamos la decisión de un cambio de vida, no solamente de país porque no me voy a Barcelona, que es mi ciudad.

-No es un exilio entonces…

-No, no, yo estoy volviendo a España. Me crie en Barcelona y allí viví hasta los 21 años, pero no queremos más una ciudad estresante. Nos vamos muy cerquita de Málaga, a un pueblito blanco, probablemente a Elviria o a Mijas. Elviria, que es adonde apuntamos, está a diez minutos de Marbella y a 40 de Málaga, al lado del mar y la montaña, tiene 3500 habitantes y hay gente de diferentes países viviendo allí. Tenemos una hija de 8 años y eso influyó en nuestra decisión porque hace varios años que la Argentina viene en decadencia y cada vez se ve más la violencia, cuesta vivir y vibra una energía muy baja porque no estamos bien. Yo me considero una persona ideológicamente de izquierda y voto ideas, no personas, ni soy soldado de nadie. Yo he votado en algunos momentos de mi vida al kirchnerismo, pero no me va ni un poquito ser soldado de nadie. Milito por los derechos humanos y los derechos de la mujer por mi propia historia; soy hija de exiliados y siempre he tenido una conciencia social muy grande por cómo me crie.

-¿Qué dicen tus padres sobre esta decisión?

-No les di mucha opción a que digan nada, sinceramente, no quiero que me pongan ningún palo en la rueda porque ellos también se fueron, aunque en otras circunstancias. Ahora tienen una nieta de la cual están totalmente enamorados y tienen que pensar en eso. Por supuesto, que lo aceptan y entienden que va a ser lo mejor, al igual que mi hermana Tamara, que es una tía increíble y una talentosísima bajista. Amo la Argentina, la elegí los últimos 30 años de mi vida, pero si tienes un hijo pequeño no es el país para criarlo. No quiero que mi hija crezca en una burbuja, en una ciudad violenta y no quiero que a mi edad se queje como lo hago yo. Luciano me cuenta que escuchaba esto de sus abuelos y que cada vez es peor. Este país tiene lo mejor y lo peor, todo junto, y un nivel de intensidad insoportable, así que por más meditación y yoga que hagas, te lleva puesto.

-¿Costó tomarla?

-Lo venimos hablando… Luciano fue jugador de fútbol y vivió en muchos países, y yo he sido una persona que he ido y venido, me mudé 32 veces y los dos somos sagitarianos y vamos para adelante. Estoy muy orgullosa de la decisión que tomamos porque es fuerte, difícil. Sé lo que es irte, más allá de que yo estoy volviendo. Estamos contentos y movilizados porque me gustaría que pase otra cosa en la Argentina, pero llega un momento en la vida en que quieres vivir tranquila. Además, me venía a la mente la palabra resignación y no, ¿por qué nos tenemos que resignar si está la posibilidad de buscar una vida mejor?

-¿Y cómo fue?

-Luciano y yo tenemos habitaciones separadas y en la mañana, él lleva a la niña al colegio, y luego, me trae el desayuno y ahí es nuestro encuentro. Ese día me dijo que no había podido dormir en toda la noche, empezamos a hablar y esa misma mañana decidimos que nos íbamos a ir a Málaga, a un lugar en el que ninguno de los dos estuvo antes. Eso fue hace nueve meses, y a las dos semanas, ya habíamos sacado los pasajes de ida. Nos vamos en marzo. Alquilaremos nuestra casa aquí.

-¿Qué van a hacer en un pueblo de 3500 habitantes?

-Disfrutar (risas). Nos vamos con los dos gatos y vamos a alquilar, ya estamos viendo casitas en Elviria. Llegamos con tiempo para instalarnos, ver qué nos pasa, adaptarnos. Lo que hacemos Luciano y yo podemos hacerlo en cualquier lugar del mundo y además, llevo dos obras de teatro: Ser ellas, que es mía, tiene tres personajes (Evita, Simone de Beauvoir y Frida Kahlo) y voy a dirigirla porque llevo diez años haciéndola, y una comedia que estoy escribiendo con Julieta “Cayetina” Cajg, que es la dramaturga. También voy a tener representante y a hacer cosas en Madrid y Barcelona. Tengo contactos y amigos.

-No te despedís de la actriz…

-Nunca. De alguna manera, me despedí de la televisión, pero jamás me voy a despedir de la actriz, aunque me siento bien con lo que he hecho hasta ahora. Más allá de que fui madre y me dediqué a la maternidad a full, mi gran amor es el teatro. Como actriz, la televisión no me llama la atención. Hice mucho teatro, muchas giras y es lo que más disfruto. A donde vamos existe una comunidad muy grande de argentinos y argentinas, y ya estoy en contacto con mujeres emprendedoras. Y no es por nada, pero tengo mucho más para dar que una clase de yoga, porque hace años que trabajo con el cuerpo y con el método de Fedora Aberásturi, que es muy profundo y tiene que ver con el equilibrio energético y la palabra. Quiero volcar todo lo que aprendí, y no es porque sea mi pareja, pero Luciano es muy groso en lo que hace.

-¿Qué emociones te genera este cambio?

-Mucha ilusión, adrenalina. Por supuesto, toca otros puntos porque he sufrido el desarraigo y creo que por eso no me siento argentina ni tampoco española. Creo que seré del lugar del que ya no me quiera ir, si algún día soy de algún lugar. Me moviliza mucho todo esto y al mismo tiempo siento felicidad, admiración y valentía pro esto que vamos a hacer.

-¿Miedo no?

-No. Cuando fui madre supe qué era sentir miedo. Me di cuenta que antes no tenía miedo; me fui de mi casa a los 18 años y nunca sentí miedo. La maternidad me volvió muy vulnerable. Pero no es eso, sino que estoy muy movilizada porque aquí quedan mis padres y mi hermana. De todas maneras, ahora la comunicación es muy diferente y puedes hacer videollamadas cada vez que quieras.

-El ciclo Atorrantes te hizo popular, ¿qué queda de esa “galleguita”?

-El mejor de los recuerdos. No me daba cuenta ni de lo que me estaba pasando, vivía en una burbuja y entré en la tele sin registrar lo que significaba. Han cambiado muchas cosas desde aquel entonces. Yo no conocía a nadie y me recibieron súper bien y me sentí muy querida hasta que opiné políticamente y milité en Actrices Argentinas. Hay mucha intolerancia a las opiniones. Parece que somos culpables de todo: hasta Cristina nos echó la culpa el otro día. Y también cuando dijo que nunca escuchó a una feminista defenderla y eso es una mentira enorme. Siempre hemos dicho que le dieron mucho más por ser mujer. Me llamó la atención.

-¿Qué otros trabajos marcaron tu vida?

-Amo la televisión, pero me he volcado más al teatro y soy mucho mejor en el teatro que en la tele (risas). Me marcó mucho hacer Babilonia en el Teatro San Martín. Fue todo magia, porque además me movió muchas cosas de mi propia historia y tuve las mejores críticas de mi vida; fue una satisfacción personal muy hermosa. También la obra Ser ellas, que es mía y que además de haber sido declarada de Interés Cultural, fue mi bebé. También En la cama con Gerardo Romano, Walter Quiróz y Mónica Ayos porque estuvimos un año de gira y fue una experiencia hermosa. Y Extraña pareja con Carlín Calvo, Pablo Rago, Mónica Antonópulos y Claudio Rissi. Y no puedo dejar de pensar en mi primera obra que se llamó Plástico cruel y la hice en El Vitral.

Agradecimientos: Cynthia Rojas (maquillaje) y Agustín Pulido (iluminador)